24 de septiembre de 2009

A TRAVÉS DE LOS MOMENTOS DIFÍCILES...

Recientemente ha llegado a mis manos, en forma de un regalo que me han hecho, un escrito en forma de reflexión. Un escrito cuyo título encabeza este post y que paso a mostrar porque sinceramente me ha encantado. Dice asi:
En ocasiones nos sobrecogen los obstáculos que surgen en la vida,
y preguntamos..."¿Por qué a mí?"
Y con frecuencia, cuando las respuestas se nos escapan,
pensamos que las tribulaciones que estamos sufriendo son injustas y severas.
Pero las respuestas existen...
Las respuestas existen aunque tal vez no podamos reconocerlas.
En este mundo estamos todos conectados y existe un motivo para todo lo que pasa.
Debemos mantenernos fuertes ante las adversidades y enfrentar los desafíos día tras día.
Y mientras el tiempo sana nuestras heridas de cuerpo y alma,
tal vez lleguemos a comprender el significado de nuestras tribulaciones
o a reconocer el bien que de ellas se desprendió.
Podemos enorgullecernos al reconocer que las superamos,
y que salimos de la experiencia más fuertes que antes.
Ahora tú estás pasando por un momento difícil en tu vida.
Acepta que ha ocurrido, y recuerda que las cosas se pondrán mejor.

La autora de estas palabras es Judith Mammay, escritora, profesora retirada, según he podido enterarme. Y aquí me despido. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

6 de septiembre de 2009

ODISEA EN VERDE...(continuación)

Los 600 euros de multa le dolieron, claro está; los 4 puntos que le quitaban...no sabía él cuánto iba a echarlos de menos; pero un mes sin poder conducir era lo más grave. Tanto más, cuanto que su trabajo consistía en el reparto de mercancía a sus clientes.
Se sentía desolado, algo hundido, triste, e intentó sobrellevarlo lo mejor que pudo, aunque comprenderán que no era fácil para él. Se enteró que podía ir a las oficinas de Tráfico y fragmentar los días que debía estar sin el carnet de conducir. Y eso hizo.
Con las "posibles soluciones" que allí le ofrecieron, decidió que el mes de sus vacaciones, partido en dos quincenas, sería el más idóneo para no conducir. No había solución más interesante para él.
Pero como ya dije en mi anterior post, hay veces que un hombre cae en la desesperación más absoluta, tanto, que se cae de espaldas y se rompe la nariz. Y eso fue precisamente lo que le ocurrió a nuestro personaje.
Quedaban ya pocos días para sus vacaciones cuando, una tarde, se dirigía a su casa. Conducía tranquilo su vehículo de trabajo, atento al tráfico, las dos manos en el volante, pensando lo poco que quedaba para sus vacaciones de verano, cuando de repente se le cruza delante un coche verde con 3 agentes en su interior y lo mandan a parar en el arcén de la autopista. Y eso hizo. Sí, claro, ¿quién si no? Han acertado...sí...la mismísima Guardia Civil de Tráfico. El primero que se dirigió a él le dijo que iba a multarlo por hablar por el teléfono móvil. Nuestro hombre miró al asiento que tenía a su lado, con cara de asombro, donde siempre tenía su teléfono cargando, esta vez apagado pues se había quedado sin batería. Intentó en vano una y otra vez convencer al policía de que se equivocaba, de que su teléfono estaba apagado, sin batería; de que tenía bluetooth en su coche y por tanto sería cosa de tontos ir hablando con un móvil en la oreja y además apagado y sin batería, cosa que le demostró enseñándole su teléfono completamente apagado. Pero no obtuvo respuesta por parte del agente. Éste se dirigió de nuevo al coche con la documentación para expedir la denuncia. En ese momento se le acerca otro de los agentes y nuestro hombre le comenta de nuevo todo lo anterior mostrándole el teléfono apagado. Y cuál no sería su asombro cuando este agente le dice: -La verdad es que yo no le he visto hablando con su móvil, pero mi compañero dice que si, y él es el jefe. Imagináos la situación y la cara de rabia que se le quedaría al personaje del cuento. ¿Resultado? 150 euros y 3 puntos menos por...simplemente conducir. La cruda realidad...
Así que todo el tiempo de sus vacaciones estuvo "molestando" a su esposa para que lo llevase donde necesitaba: A hacer algunas compras, al médico, a cortarse el pelo, etc, etc. Por supuesto que algunos días se acercaron a darse un refrescante baño a una playa cercana a su casa. En todo ese tiempo la moral se le iba "minando" poco a poco. ¿Qué le estaba sucediendo? ¿Por qué siempre le tocaba a él " bailar con la más fea"?
Una vez hecho el recuento de puntos que le habían quitado, se da cuenta que su crédito se encuentra a 0, motivo suficiente para perder la autorización administrativa para conducir. Ahora le tocará hacer un curso que llaman de "sensibilización vial", por supuesto después de abonar casi 400 euros por el mismo. Y eso hizo. Se dirigió a la Asociación provincial de autoescuelas y, después de entregar toda la documentación que le fue requerida, quedó anotado para hacer dicho curso, después de que le informaran que antes de hacer ese curso debía esperar como mínimo 3 meses y hacerlo después. La odisea se le alargaba...

Continuará...

2 de septiembre de 2009

ODISEA EN VERDE

Pues va a tener razón mi hermana cuando dice que tres meses son demasiados. Así que hoy voy a contarles una historia.
Iba un hombre conduciendo su vehículo por la carretera, cuando de repente suena su teléfono móvil. El hombre pensó dejarlo sonar, pues iba conduciendo, pero como esperaba una llamada importante, miró por los espejos retrovisores y no vió policía alguno, así que decidió contestar la llamada. Pero tardó más en coger su teléfono y acercarlo a su oreja que en aparecer un motorista de la guardia civil que le mandó a parar. Lo demás se lo imaginarán, multa al canto y 3 puntos menos.
Al día siguiente fue a pagar la sanción religiosamente, pues sabía que lo que había hecho estaba mal. Y cuando salió de las oficinas de Tráfico, se dirigió a una tienda a comprarse un bluetooth, que colocaría en su vehículo y nunca más se vería en otra situación como esa. Y eso hizo.
A los quince días iba este hombre de nuevo con su vehículo, y, parado en un semáforo, esperando al color verde, tomó el móvil en su mano y pensó: ¡Qué contento estoy de haber puesto el bluetooth en el coche...! Y, aunque les parezca mentira, en ese momento vio junto a la puerta de su vehículo un uniforme de color verde, con un agente en su interior, montado en su motocicleta que le miró muy serio y le hizo una seña con su mano para que aparcase un poco más adelante una vez se pusiera el semáforo en verde. Y eso hizo.
Al ver acercarse al agente, este hombre pensaba que eso no podía estar pasándole a él. Después de algunas preguntas y respuestas, de promesas por parte del personaje de esta historia de que él no estaba hablando con nadie, ni leía o ponía mensaje alguno en su teléfono, se vio con otra denuncia en sus manos en la que podía leerse: Motivo de la denuncia..."Circular haciendo un uso manual del dispositivo móvil". No le valió para nada jurarle al agente que él no hablaba por teléfono, que él no circulaba, (pues estaba parado en un semáforo). Nada. A media mañana y con un gran pesar, va este hombre a pagar la multa y comprueba que le quitan otros 3 puntos. No puede ser, se decía. Presentaré un escrito de alegaciones, cosa que hizo, pero aún hoy espera la respuesta. En fín, ¿qué le vamos a hacer? Hay que guardar la calma. Y eso hizo.
Resulta que, para continuar con esta historia, pasado un mes del último suceso acaecido, invitan a nuestro personaje a una bodega, en la noche de San Andrés, de gran arraigo, pues es cuando se prueban los vinos y caldos de todos los bodegueros. Y va este hombre, a las once de la noche, como quien dice, a cumplir con aquellos que le habían invitado.
Al llegar, y después de los saludos pertinentes, le invitan a un buen vaso de vino, que él rehúsa con muchísima educación diciendo: mañana tengo que trabajar, lo agradezco igual que si me lo hubiera bebido, pero no, tengo que conducir. Pero acto seguido, y después de comer algo de carne, cometió la torpeza de aceptar un botellín de cerveza. Pasaría algo más de una hora , aún llegaban algunos invitados a la bodega con sus guitarras, ya había tomado su segundo botellín de cerveza cuando dijo: Señores, espero que lo pasen muy bien, pero debo irme, que disfruten la noche. Y se dirigió a su coche con la idea de irse a dormir a su casa. Y eso hizo.
Pero todos saben que cuando un hombre está "en desgracia", se cae de espaldas y se rompe la nariz, así que habiendo rodado unos pocos kilómetros con su vehículo y justo antes de tomar la autopista, ve unos reflejos azules, la noche era clara, y pensó: No puede ser...esos reflejos...algo me dice que, pero bueno, si yo he comido bastante y solo me he tomado dos cervezas, DOS, nada, continúo mi camino tranquilo, pero...
De repente, se topa con una hilera de cuatro vehículos de la benemérita, y uno de los agentes, muy amable él, le dice: Buenas noches, estamos haciendo controles de alcoholemia...¿ha bebido usted? Muy amablemente le respondió enumerándole todo lo que había bebido y comido esa noche: 2 pedazos de morcilla, 3 ó 4 salchichas y chistorras a la brasa, algo más de dos chuletas asadas, varios pedazos de carne de pavo asada, castañas asadas, todo ello salpicado con DOS míseros botellines de cerveza, así que accedió "gustosamente" a hacerse la prueba del alcohol.
¿Será posible? En la primera se refleja: 0'36 ( el límite está a 0'25). El agente le dice: Espere unos minutos que enseguida le llamaré para una segunda prueba. Y eso hizo.
Los minutos se le hicieron interminables, hasta que al fín vio dirigirse hacia él al policía uniformado. Vamos con la segunda...0'34.
Es difícil de entender, pero después de lo que había comido y con sólo DOS botellines de cerveza, la maquinita acusaba 0'34. Denuncia al canto: 600 euros, un mes sin carnet de conducir y 4 puntos menos. ¿Quién puede creérselo? Pues sí.

Continuará...