Pues eso, que como ahora la moda consiste en escribir todo lo que uno hace en las redes sociales y cosas así, pues qué les cuento hoy? Que llevaba varios días con una muela que me daba la lata ( de las pocas que me van quedando, claro) y estos 3 últimos días andaba con la cara hinchada con un flemón de esos que duelen un poco. Y como me pasa siempre o casi siempre, pues intento acudir a mi cajón de las medicinas en busca de algo que me bajase el dolor y la hinchazón de la cara, pero en vista de que habían pasado casi 3 días y seguía igual, pues ayer, por fin, me decidí y llamé a mi dentista, mujer encantadora donde las haya, con un trato exquisito y mejor sonrisa, la odontóloga Lola Puertas de la Cruz. Nada más hablar con ella y plantearle "mi problema" me dijo que fuera a su consulta sin dudarlo ni un momento, a la hora que fuese, pues ella vivía cerca de allí e iría a atenderme (que aunque cobre por su trabajo, como es normal, no todos los médicos te atienden de esa forma ni con esa amabilidad). Pues nada, que me presenté en su consulta y al saludarme se asustó un poco al ver la infección que tenía y me pasó directamente y sin esperas a uno de los despachos para atenderme. Después de mandar a una de las enfermeras a la farmacia para comprar una caja de antibióticos (que me tomé allí mismo el primer comprimido), me pinchó la anestesia para poder tratarme, pues mi boca no aguanta que trabajen en ella sin anestesiarme, ni siquiera para una limpieza, así de hipersensible la tengo, limpió y extrajo toda la "basura" que producía la infección y seguidamente procedió a quitarme la muela que la estaba produciendo. Lo que llamaríamos "todo en uno". En la parte superior derecha de mi boca ya me faltan 5 piezas, así que me planteó la necesidad de ponerme de nuevo un aparato o por medio de implantes ponerme las piezas que me faltan, al menos en esa zona. Y tengo que pensármelo, lo tengo claro, pues ahorita solo podré comer sopitas de pan como siga así. Claro... que "la bromita" de los implantes me saldrá aprox. unos 5000 del ala, y teniendo en cuenta el pánico que le tengo yo a los dentistas, pues ya me dirán. Y eso... ¿dolerá mucho? ¿poco?. Pues eso, que a ver si hablo con la empresa y puedo cobrar los emolumentos atrasados, que no son pocos, y me decido con esos implantes. En fin, que eso era todo, que ya la hinchazón va bajando y me siento más aliviado, gracias a Dios.
Y aunque no tiene nada que ver con todo lo anterior, aquí les dejo un correo que acabo de recibir, que es una verdad como un templo... a que si ???
¡SENCILLAMENTE
GENIAL!
Corría el año 1904 y aquella tertulia, que había
abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo Café de Levante,
hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales de la
Generación del 98 y los artistas más significados, entre ellos Ignacio
Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro,
Beltrán Masses o Rafael Penagos.
Y aquella tarde noche del 13 de mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja. Porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo: “La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales. A saber: 1) Los que no saben; 2) los que no quieren saber; 3) los que odian el saber; 4) los que sufren por no saber; 5) los que aparentan que saben; 6) los que triunfan sin saber, y 7) los que viven gracias a que los demás no saben. Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”. |
1 comentario:
Melqui, parece mentira que me tenga que enterar por el blog de estas cosas, perdona, parece que estamos a mil kilómetros de distancia. Siento mucho lo de tu flemón y espero que ya estés mejor. Lo de los implantes es cuestión de decidirlo porque tú todavía eres joven y no hay nada peor que no poder comer. Ya hablamos y mucho ánimo. Besitos
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