10 de septiembre de 2008

A mi media naranja, con amor.

Hoy, día 10 de septiembre, no es un día cualquiera para mí, es el día que celebro 25 años de matrimonio, lo que todo el mundo llama "bodas de plata". Pues eso, que hoy tendremos que volver la vista atrás e ir poniendo todos estos años en una balanza, en el lado de las alegrías o en el lado de las adversidades.
Claramente la inclinación más visible será en el lado de las alegrías, pues yo soy alegre por naturaleza, y la verdad no tengo mucho por lo que quejarme.
Sabemos que en toda convivencia se van produciendo distintas etapas que, con el paso de los años, intentamos hacer lo más amenas posibles.
Parte importante, muy importante en mi vida en estos 25 años, ha sido y es mi esposa, mi mujer, mi pareja, mi compañera, mi media naranja, que ha sabido (o al menos lo ha intentado) llevar todo este tiempo con dignidad, con alegría, con amor, llevando las riendas de la situación en común (aunque haya habido ocasiones que me ha tomado ventaja).
Pues bien, estas letras, esta reflexión que lanzo al viento, se las dedico a ella con todo el amor que siempre le he tenido. Ella, al leer esto, dirá: "Pero si apenas me dice que me quiere"... Y es verdad, apenas se lo digo, tiene razón. Pero por eso, por llevar tantos años juntos, me he convertido en alguien que deja pasar los días uno tras otro, sin expresarle el amor que le tengo.
Cuando hacíamos comentarios sobre nuestra boda, sobre el matrimonio, antes de casarnos, me decía siempre que tendríamos muchos hijos, pero nació nuestra hija y con ella nos quedamos. Ha sido una buena hija, buena estudiante, alegre y encantadora, por lo que doy gracias a Dios. Mi mujer adora a su hija, como cualquier madre adora a sus hijos, y siempre busca para ella su mejor situación, intentando ayudarla a salir adelante con rectitud, supongo que como hacemos casi todos los padres, si no todos.
Como en cualquier convivencia entre una pareja, a veces hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero siempre intentando llevar a buen puerto cualquier situación tirante que se presentara. Ya dije antes que esto va dedicado a ella, a mi mujer, con todo mi afecto y amor.
Espero que de la misma manera que han pasado ya 25 años de nuestro matrimonio, Dios nos siga concediendo salud y bienestar para intentar continuar con otros 25. (Dios, ¿pero qué estoy diciendo...?)
Con todo mi amor y mi cariño para ella, le doy públicamente las gracias por su amor y su compañía. Y un beso enorme. TE QUIERO.

2 comentarios:

Ligia dijo...

¡Qué bonitooo!! Mis bodas de plata pasaron "sin pena ni gloria", pero todos no somos iguales. Muchas veces no valoramos lo que tenemos al lado, aunque sea lo mejor. No valoramos o no lo decimos, así que está bien que lo hayas podido escribir, porque sé que en el fondo quieres muchísimo a tu media naranja y a tu hija ni qué decir. Besitos y felicidades a los dos.

La Pluma Anónima dijo...

Hoy por hoy es una utopía que alguien que contraiga matrimonio, se plantee durar esa cantidad de años.
Yo tengo mis teorías sobre la durabilidad de las uniones amorosas (teorías probablemente equivocadas...) y lo único que te (les) puedo decir es: Felicidades.
Salud!