1 de mayo de 2010

RECUERDOS DE MI JUVENTUD



Hace muchos años ya y siendo aún un chiquillo
llegó el día de San Diego y con él, a hacer novillos.
Lo pensamos entre todos y no nos dio ningún miedo,
¿dónde primero iremos? a la ermita de San Diego.
La costumbre entonces era caminar hasta la ermita,
y una vez allí llegábamos, empezaba la fiestita.
Me contaban por entonces, como de norma obligada
que contando los botones de San Diego, que allí estaba
sin equivocarte en uno, las asignaturas aprobabas.
Después de contar despacio y con mucho desparpajo
andábamos como locos, calle arriba, calle abajo.
¿Nuestro próximo destino? Coger media borrachera
Vamos al Bodegón Tocuyo, en la calle Juan de Vera.
Una tasca con solera, tradición y buen hacer,
que ha seguido con los años tratando de complacer.
Complacer como ya digo a todo aquel que allí entraba,
fuese anciano, fuese joven, como entrara se animaba.
Con el paso de los años y sin temor a aburrirme
visito siempre el Tocuyo caminando a paso firme.
Te ofrecen muy buenos vinos y una cerveza exquisita
Almogrote, queso tierno, tomatitos con anchoas,
Patés varios, lomo ibérico y buen jamón de bellota.
Siempre con una sonrisa allí serás atendido
por el amigo Manolo, y García de apellido;
hombre de bien, comedido, exquisitamente amable
lo mismo sus empleados de conversación afable.
Paco es una institución preparando ricos platos,
Roberto te atiende siempre con talante y muy buen trato.
De Nelo voy a decir que es un joven amigable,
muy diligente, risueño y con sonrisa admirable.
El que te atiende en las mesas es muy nuevo, no sé el nombre,
viéndolo trabajar conseguirás que te asombre.
Por eso siempre yo digo y además es que lo intuyo
que si quieres olvidarte de las penas cotidianas
solo tienes que pasarte por el Bodegón Tocuyo